¿Quién es lilith, y cuáles
fueron sus hijos?
Lilith en una versión sencilla de explicar fue la primera
mujer, pero no procreo con Adán porque no se quiso someter a él. Fue echada del
paraíso por esta rebelión y muy desconsolada se fue a las orillas del Mar
Muerto (donde se dice que Dios lanzaba allí sus obras fallidas) y se puso a
copular con los demonios y ángeles caídos, teniendo por hijos a mas demonios.
Celosa de Eva, va por el mundo seduciendo a los hijos de esta para matarlos
posteriormente o para que derramen su semen sin fin de procreación (es decir en
una masturbación o en sueños húmedos, algo que no era bien visto en la
antigüedad), también se lleva a los bebes, pues se dice que es la culpable de
la muerte súbita de los recién nacidos.
También se dice que es madre de los súcubos:
El súcubo (succŭbus del Latín succubare, "reposar debajo"), según las
leyendas medievales occidentales, es un demonio que toma la forma de una mujer
guapa para seducir a los hombres, sobre todo a los monjes, en sus sueños, para
tener relaciones sexuales con ellos. De esta manera, absorben la energía del
hombre para mantenerse, y a menudo, llegan hasta tal punto, que pueden dejarlo
agotado o incluso matarlo.
Los súcubos más conocidos son Abrahel, Baltazo, Bietka, Filotano, Florina
Vasordiel y Mancerinio. Uno de los más relevantes en la demonología es Lilito.
Este se trasformaba en una mujer de opulentas formas a la que gustaba seducir a
los artistas para que la utilizasen como modelo en sus creaciones,
especialmente si se trataba de motivos religiosos.
Según el Malleus Maleficarum, o el "Martillo de Brujas", los súcubos
coleccionan el semen de los hombres con los que durmieron. Este lo usarían para
embarazar a las mujeres. Así, se suponía que los niños que serían engendrados,
serían más susceptibles a la influencia de los demonios.
Según algunas creencias, los súcubos se podrían transformar en incubus con el
semen recientemente recogido impregnando a sus víctimas. Éste hecho respondía a
la creencia de que los demonios no podían reproducirse naturalmente, sin
embargo los incubus podrían fertilizar a las mujeres. El tener hijos con
retraso mental o alguna deformidad era señal de que uno o ambos padres eran
demonios.
En el siglo XVI, una talla de un sucubu fuera de una posada, indicaba que también
funcionaba como burdel.
Según consta en la literatura hebrea, Lilith fue la primera esposa de Adán.
Estaba hecha con arcilla, igual que él. Era hermosa y libre. Hasta el punto de
que se quejó de tener que yacer con Adán siempre debajo: "Fuimos creados
iguales, y debemos hacerlo en posiciones iguales". Cansada de que Dios no
atendiera sus reivindicaciones, se fue del Paraíso. Entonces Adán recibió una
nueva compañera, Eva, creada a partir de una de sus costillas, y por lo tanto
sumisa.
A partir de esta narración, a Lilith se le ha considerado la reina de los
súcubos (demonios femeninos), por alinearse en el bando enemigo de Dios al
marcharse del Paraíso. Y de ahí se ha pasado a suponerla una perversa
ninfómana, que seduce a los hombres con maestría para estrangularlos después.
Esa condición diabólica de Lilith le ha llevado a ser también la Reina de los
Vampiros. No sólo mantiene relaciones sexuales con hombres a los que después
asesina, sino que además se alimenta de su sangre. Es en esa encarnación donde
Lilith se asimila a diferentes divinidades y monstruos femeninos presentes en
la mitología clásica: Lamia, Empusa y las lamias, hijas de Hécate, diosa de la
brujería; las estriges, también macabras visitantes nocturnas; las harpías,
ayudantes de las erinias o furias; las moiras o parcas, las grayas y las
gorgonas, siniestras ancianas habitantes de los infiernos. En todas estas
figuras se repiten las alusiones a muerte de hombres y niños.
Otras referencias mitológicas afines a Lilith se pueden encontrar en la
Brunilda de los Nibelungos, o en la diablesa babilonia Lilu. La misma Reina de
Saba de Salomón es un trasunto de Lilith. Etimológicamente viene del hebreo
layil, (noche), y aparece representada como un demonio nocturno peludo o como
una mujer de cabellos muy largos.
En la Biblia aparece una fugaz alusión a Lilith. En Isaías 34,14 se explica con
todo detalle cómo Dios con su espada mata a todos los habitantes de Edom, lugar
poblado por enemigos acérrimos de los judíos, y que allí quedan como dueños y
señores los animales. Buitres, serpientes... y Lilith. "También allí
Lilith descansará y hallará para sí lugar de reposo". Lilith ha sido
traducido por lechuza o ardilla, evitando toda referencia a la figura
precedente de Eva. En nota al pie se hace constar: "Los hebreos creyeron
que significaba un ser diabólico, en forma femenina, noctívago, espantajo de la
fantasía popular".
Las variaciones del mito llevan a Lilith a convertirse en seductora de los
propios hijos de Adán y Eva (abordando a Caín con palabras de consuelo y reposo
tras la muerte de Abel), o a asimilarla con la serpiente del Paraíso (como en
los frescos de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina). Un relato de Primo Levi nos
recuerda que Lilith es la amante del mismo Dios creador, y que vive en el Mar
Rojo comandando una corte de demonios. Y otra tradición afirma que Samael,
luego Satán, el ángel caído, se convierte en pareja de Lilith, e incluso que
juntos seducen a Eva para que engendre a Caín.
Lilith en la Capilla Sixtina
En astrología, Lilith es un punto que se averigua mediante las posiciones de la
luna y la Tierra. Su representación es una Luna Negra, y hace referencia a
"deseos ocultos, lados reprimidos de nuestra personalidad, experiencias
dolorosas y rincones oscuros de nuestra psique". En astronomía, Lilith es
simplemente el asteroide 1181, descubierto el 11 de febrero de 1927.
Sea como fuere es evidente que Lilith es el perfecto símbolo para representar a
la mujer emancipada, la que no se somete al hombre y busca la igualdad. Dejando
a un lado las referencias al infanticidio o a los sueños eróticos masculinos,
Lilith es un ejemplo claro de cómo la mitología también nos puede ayudar a
encontrar las raíces del feminismo.
Antonio Tausiet
No sabemos casi nada de Lilith. Salvo una brevísima mención en el libro de Isaías,
La Biblia cristiana no dice nada más sobre la mítica primera dama de la
historia de la Humanidad y a la que, por tanto, le cupo el honor de ser también
la primera pareja de Adán, antes que Eva se oficializara para la posteridad
recogiendo para sí tal papel. No existen apenas datos originales de esta figura
que ha llegado hasta nosotros procedente, sobre todo, de la vieja tradición
talmúdica; aunque no es exclusivamente oriunda de tal contexto, ya que,
comparaciones, equivalencias y similitudes aparte, nos encontramos claramente
identificada a nuestra protagonista en la vieja simbología súmera y babilónica
integrando, incluso, ciertas versiones del ciclo de Gilgamesh. Con lo cual,
nuestra dama goza de una antigüedad considerable.
Parece que, siguiendo con su propio mito, que nos la muestra como una guapa
fémina muy enigmática y bastante siniestra, fatídica y perversa, indómita e
impetuosa, celosa de su independencia, rotundamente atrayente, de ardientes
deseos y de contundente seguridad en sí misma, que se rebela contra el rol
asignado para las de su sexo, capaz de plantarle cara al mismísimo Creador si
es preciso (como así hace) y de marcharse incluso del Paraíso para refugiarse
finalmente en los abismos más profundos y sentar allí sus reales, también se ha
ocultado para nosotros en el fondo de los siglos portando con ella su secreto.
Mas no por ello ha dejado de ser popular, pues a Lilith se han referido, entre
otros interesados, feministas de pro entre las que algunas no han dudado en
declararla su heroína favorita, sagaces psicoanalistas tal vez fascinados por
su catálogo de cualidades y, cómo no, todo tipo de estudiosos de la Mitología y
de la Simbología.
¿Será tan seductora Lilith como para merecer tanto esfuerzo?
Vamos a emprender nuestra tarea a través del estudio del simbolismo de nuestra
elegida, apoyándonos en la lectura del contenido del símbolo de Lilith, así
como el de Eva y Adán, tal como nos lo muestran el capítulo III del Génesis al
describir la creación humana y el posterior pecado que ocasionó el despido
definitivo del Edén decretado por Yavhé-Dios para la primera pareja y para sus
numerosísimos descendientes. Un estudio simbólico que considerará como una
unidad el mito cristiano de la Creación del hombre y que abarcará aspectos
antropológicos, psicológicos y sociales. Para ello, conviene precisar algunos
puntos sobre el lenguaje simbólico antes de introducirnos en nuestro tema:
Presentando a nuestra protagonista
* Lilith pertenece a la tradición judaica aunque, según algunos, haya sido
"tomada prestada" de la mesopotámica, dentro de la cual es posible
hallarla morando entre las ramas de un árbol que la mismísima Inanna plantó en
un jardín sagrado de la ciudad de Uruk después de haberlo rescatado de las
aguas del Éufrates, para hacerse de él un trono y un lecho, una vez crecido.
* El nombre de Lilith deriva del hebreo Lil, que significa noche, por lo que
Lilith vendría a significar la nocturna, término que nos transmite la idea de
oscuridad, de ausencia de luz, y que se relaciona con sus características
personales y su ámbito de acción: la otra faz del día y los hechos que en tal
momento acontecen. Una de sus representaciones y uno de sus animales asociados,
la lechuza, refuerza esta consideración al tratarse de un ser que se
desenvuelve en las tinieblas.
* Se han hecho muchas traducciones, equivalencias y comparaciones del término
"Lilith", y ninguna de ellas demasiado agradable, pues se la conoce
como Ave de noche (ahora sin especificar), ser monstruoso, ente espectral,
fantasma nocturno, diablesa, etc.; se la ha llegado a emparentar con las
tentadoras, sensuales y libidinosas súcubos, tan famosas en el Medioevo,
erigiéndose nada menos que en Reina de las mismas.
* Lilith ha sido vinculada también con unos seres parecidos a los demonios del
mediodía griegos (esta vez diurnos), ninfas de los campos de tersos cuerpos
etéreos relucientes de sol; criaturas indomables, inocentes, ardientes y
salvajes, que fascinan y enloquecen a los campesinos enamorándolos sin
remisión. Algunas tradiciones cuentan, a este respecto, que entre el cabello de
Lilith se encuentran, enredados, los corazones de los jóvenes que sucumbieron a
su hechizo
* Se ha comparado a Lilith con las terribles lamias de la tradición
grecorromana (recordemos a la reina Lamia que por su crueldad fue transformada
en fiera y que devoró luego a sus hijos) y con las lamias de las creencias
medievales, tanto seres de rostro de mujer y cuerpo de dragón como maléficas
féminas que se alimentan de niños, que conviven con dragones acumuladores de
tesoros en cuevas, y que tienen como distintivo un peine de oro, estando muchas
veces provistas de unas patas (en lugar de pies) que terminan en pezuña
hendida; guardan cierto parecido con algunas representaciones de las regentes y
protectoras de fuentes y manantiales gallegas y cántabras, herederas de la
tradición celta, y con algunos personajes femeninos de cuentos y leyendas que,
a veces, aparecen con uno de sus pies correspondiendo al de un macho cabrío o
al de una oca, siempre aludiendo a la presencia de un componente animal todavía
activo, algo arcaico aún no del todo eliminado de ellas.
* Se le ha encontrado cierta semejanza a Lilith con las Xanas (Janas: Dianas)
astures y las lamias del folklore vasco, aquellos seres similares a las hadas,
a las ninfas y a criaturas de la Naturaleza semejantes, servidoras y a veces
representantes de la propia Diosa Mari (la Gran Madre y también la Madre
Tierra), que castigan y premian a los humanos (uno de sus regalos favoritos es
la posibilidad de transmutar el carbón o paja de sus favorecidos en oro); que
habitan en montañas, cavernas, cuevas y oquedades diversas, así como en
manantiales y fuentes; y que a menudo aparecen hilando o alisando su largo
cabello con unos peines de oro que semejan la media luna, o recorren los
cielos, aureolada su cabeza con el blanco resplandor de la luna llena, o bien
cruzan el firmamento portando una hoz de oro mientras arrastran consigo las
tempestades y se envuelven en unas lenguas de fuego que desdibujan y afilan sus
miembros inferiores.
* Además, se ha equiparado a Lilith con seres semejantes a las ondinas o a las
nereidas, imaginándosela entonces con la parte inferior de su cuerpo
correspondiendo a un animal acuático, tanto un pez como una serpiente marina.
* Se la ha asociado, aun, con serpentinas figuras infernales de torso humano
similares a la Equidna griega o a otras habitantes del mundo inferior (la
mansión de los muertos, el inframundo y también el inconsciente) como Hécate,
por ejemplo, provocadoras de pesadillas, portadoras de terrores nocturnos,
generadoras de espanto y relacionadas con los vínculos que se ansían pero que
aprisionan, con la fuente del deseo, con la fuerza de las pulsiones, con la
intensidad de los motivos humanos íntimos que instan a su satisfacción y que
pueden llegar a ser destructivos. (Resaltemos aquí el hecho de que, entre su
mucha descendencia monstruosa, como el Can Cerbero, guardián del Hades, Equidna
fue la madre del buitre que ha de devorar por toda la eternidad las entrañas de
Prometeo encadenado al Cáucaso).
* Hay que señalar que Lilith en algunos aspectos está vinculada con todas las
Diosas Madres que conllevan un matiz de oscuridad, que reinan sobre los
elementos (riquezas includas) del mundo subterráneo y que se relacionan con el
aspecto vida y muerte de las cosas. Son cuna y sepulcro, principio y fin.
* Por último, no olvidemos que Lilith es representada popularmente como una
seductora mujer, sin más vestido que su propia piel, provista de abundante pelo
rizado (rojo por más señas) que se extiende como un manto a su alrededor; y que
tiene por costumbre sentarse sobre la concavidad de la media luna.
Se trata de la luna oscura, que aparece visible al tercer día de la luna nueva
en el horizonte oeste, mostrando una breve franja de luz arqueada,
permitiéndonos contemplar las sombras que envuelven al resto de la esfera.
Lilith en la tradición hebrea
* El Talmud describe a Lilith como una bella y encantadora fémina de opulenta
figura y espectacular cabellera ondulada y la cree madre de gigantes y
monstruos. Algunas versiones de este texto nos la emparentan con un animal de
pelo muy abundante perteneciente a una antigua especie no precisada, ya extinta
y problablemente desconocida en la actualidad.
* En la demonología cabalística se la designa como uno de los siete demonios
tradicionales, en concreto el adversario del genio de Venus, siendo ambos
regentes del viernes. En tal versión, Lilith tiene faz humana, lleva el busto
desnudo y su cuerpo termina en una larga cola de serpiente.
* También en la Cábala se la llama la reflexión femenina de Samael o
Samael-Lilith. Satanás es el adversario por excelencia y una de las versiones
de Samael, y Lilith asumiría características de "doble opuesto" y
"doble contrario". Desde aquí se la entiende de nuevo como un ente
maligno semianimal o medio humano.
* En el Zohar se la conoce como Hayo Bischat: "la Bestia", y también
la "Mala Bestia", y se afirma que de ella descienden nuestros
actuales monos. * Finalmente, no podemos olvidar las tradiciones de corte
astrológico que relacionan a Lilith con la "luna negra". En este
contexto, estaría representada gráficamente por un punto concreto del cielo
situado en la parte más alejada de la órbita lunar respecto a la tierra. A
nivel psicológico, se supone que operaría sobre los impulsos inconscientes
reprimidos que, individualmente, se expresarían según el sector zodiacal (signo
y casa particular) activados por su
presencia y conforme a los aspectos que presente con otros elementos
astrológicos.
> sí pues, tenemos que Lilith se nos aparece como seductora mujer, bello
animal, ambiguo ser a medio camino entre el humano y la bestia, ente
monstruoso, diablesa, fascinante demonio hembra y espectral habitante de las
sombras, generadora de seres aberrantes. Pero siempre se muestra impulsada por
la pasión y rodeada por un magnético halo de misterio, de transgresión, de
oposición, malignidad, peligro, desacato, rebeldía, tentación y deseo.
Y por el contrario, también de frescura, espontaneidad, independencia, libertad
y tal vez autenticidad; pues todo simbolismo es ambivalente y polivalente, como
ya se ha señalado, cosa que los pocos elementos concretos y muy modificados de
su mito a los que podemos acceder nos confirman.
Mas no por dejar de pertenecer al plano físico se privó Lilith de las delicias
de la fecundidad, ya que según nos muestra la tradición engendró seres en tales
correrías nocturnas. Y lo hizo, para más precisión, durante los 138 años que
-dice la Cábala- tardó Adán en engendrar a Seth después de que hubieran nacido
Caín y Abel, cifra que nos da una idea de la longevidad (mítica) de nuestro
antepasado y de la espaciada capacidad generativa de ambos progenitores.
o es extraño que en vista de los anteriores avatares Lilith no sea nada grata
en la tradición hebrea. Está feo, desde este contexto, tener la osadía de
querer asemejarse al varón reclamando paridad con el mismo, discutir el rol a
tomar respecto a éste, desobedecer las órdenes del Hacedor con tanto
atrevimiento, abandonar el Paraíso… Pero lo más terrible de todo es el hecho de
invocar el Nombre de Dios, innombrable en toda la tradición judía, por
considerar que el Nombre verdadero de cualquier ser contiene las
características de lo nombrado, y por lo tanto es posible conocer su esencia y
adquirir poder sobre ello. Pronunciar el nombre de Dios se convierte, pues, en
una osadía suprema, un acto de soberbia mucho mayor que el de hacer
directamente oídos sordos ante sus mandatos; algo, en fin, demasiado grave.
Un primer análisis del mito nos muestra que Lilith ha abierto las puertas de lo
prohibido. Lilith ha roto con lo estipulado por el Creador para la raza humana.
Ha quebrantado lo establecido, se ha querellado contra el orden natural de las
cosas, ha abandonado el lugar propio de la Humanidad, ha transgredido los
límites impuestos a los seres humanos (algo que también hará Eva en su momento)
y por ello se ha colocado fuera del mundo de los hombres y se ha convertido a
sí misma en apátrida, en exilada, en extraña…
Es por su actitud frente a las normas por lo que se considera a Lilith enemiga
del matrimonio, adversaria de los nacimientos, contraria a los hijos,
instigadora del deseo proscrito y fomentadora del desacato, en general, frente
a las reglas sociales establecidas. Por todo ello, en definitiva, en el contexto
judaico se la tiene por un ser nefasto y un ente maligno en general; de ahí su
asociación con lo diabólico y su vinculación con la tentación y la
transgresión, a evitar, por supuesto, si se pretende mantener un orden
sociocultural determinado.
Vemos entonces varios aspectos a considerar en el análisis del mito de Lilith.
a).- Antropológico
Su situación de primera mujer antes del nacimiento de Eva la presenta como un
ser previo a la adquisición de la conciencia humana, como un representante de
una "humanidad previa"; por decirlo así, un grupo de seres anteriores
a la humanidad que todos conocemos y de la cual todos participamos en la
actualidad.
b).- Religioso
Ciertas particularidades de las personificaciones de Lilith podrían
emparentarla con características, atributos y potencias relacionadas con la
Magna Dea, la Diosa en su aspecto oscuro en la plena acepción del término, como
por ejemplo su capacidad generativa, su relación con la sabiduría profunda, su
vinculación con la vida y la muerte, su asociación con lo abisal, etc.
c).- Psicológico
Lilith contiene en sí elementos suficientes que, sin hacer una valoración
moral, sí nos permiten en cambio pensar en un patrón típico de lo femenino
caracterizado por rasgos como la independencia, la autonomía, la
autopertenencia, la confianza en el propio criterio, el sentido crítico, la
vinculación con el propio ser y el propio deseo que desde nuestra mentalidad la
hacen conceptualizar como individuo libre. El mismo hecho de su
"ocultamiento" en las profundidades nos mostraría que el factor
Lilith puede estar en determinadas mujeres reprimido, oculto en su propio
interior, mas permanece latente y actúa desde las propias profundidades.
d).- Social
Lilith nos remonta a la tan mitificada, por otra parte, etapa matriarcal de la
Humanidad, cuyos restos casi podemos exhumar si hacemos arqueología cultural y,
aún ahora, contemplamos implícitos en algunos textos de la Literatura clásica y
en el simbolismo de las Diosas lunares.
El simbolismo de Lilith, por tanto, apuntaría a un momento previo al actual
orden social patricéntrico que ha prefijado determinadas pautas de relación
entre hombres y mujeres. Y por "actual" entendemos vigente, en el
sentido de que corresponde a unos códigos todavía en uso en los patrones culturales
judeo-cristianos y en las sociedades a ellos adscritas; códigos que se remontan
a los orígenes mismos de esta tradición. No hay más que ver cómo ha
"desaparecido" Lilith, cómo aparece Eva en el Génesis, la
interpretación y la divulgación tan particular que durante siglos se ha hecho
de los actos de nuestra primera madre como portadora del mal y fuente del
pecado para la Humanidad, además de las consecuencias sociales e individuales
provocadas con tales transmisiones.
